jueves, 24 de mayo de 2018

Tweet largo: Windows 10 y por qué el periódico del domingo es cada vez más grueso

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Ocre @lecheconhiel

Mi experiencia con Windows 10 empeora con cada actualización. Me preocupo de leer en qué consisten las actualizaciones y compruebo, una tras otra, que no están hechas para mí. Ni quiero “hablarle” a mi ordenador, ni quiero utilizar Cortana, ni quiero comprar nada a través de la tienda de Windows ni quiero saber nada de su navegador ni de su buscador, ni de sus juegos, ni de su servicio de noticias, ni de la información del tiempo… y, sobre todo, no quiero saber nada de los servicios de Microsoft para telefonía móvil. Yo uso power point y word. Además de un programita bastante primitivo que se llama windows live writer que Microsoft ha dejado de suministrar. Incluso en estos programas que son los que más utilizo, Microsoft no hace nada “por mí”. Word no ha mejorado sustancialmente en la última década. Ni lo ha hecho Power Point. Eso sí, se ha llenado de un montón de cosas (lo de los títulos, subtítulos etc, lo de insertar gráficos y demás porquerías…) pero no ha simplificado lo más mínimo, por ejemplo, la posibilidad de colocar un hipervínculo o la posibilidad de referencias internas y cruzadas. No digo que no puedan hacerse esas cosas. Digo que sigue siendo tan poco intuitivo como hace 10 años.

Yo creo que el problema de Microsoft es que anda por ahí como esquizofrénica con dos almas en una. El alma de Google y el alma de Apple. Apple cobra y, por tanto, no da por saco a sus usuarios. No los explota, no les ofrece lo que no quieren y no explota sus datos. Google no cobra pero chupa hasta la última información sobre sus clientes que pueda convertir en anuncios publicitarios. Microsoft no tiene ni lo bueno de Apple ni lo bueno de Google. El primero ha logrado una experiencia de usuario deliciosa. El segundo, ofrecer unos servicios incomparablemente eficientes. Si Microsoft no me regala Windows 10 y no me regala Word y no me regala Power Point, ¿por qué se porta conmigo como si me regalase sus programas? ¿Por qué me ofrece cosas que yo no quiero? ¿Por qué me obliga a tener todos sus programas instalados en mi ordenador? ¿Por qué me obliga a “buscar con Bing” cuando estoy trabajando en un documento de Word?

Con las actualizaciones de Windows 10, Microsoft debe de pensar que el software adicional es como las secciones adicionales en el periódico del domingo. No perjudican a ningún lector y aumentan la oferta y, por tanto, la audiencia potencial del diario. Así, aunque sólo al 1 % de los lectores de EL PAIS le interese la moda canina o el submarinismo, el 99 % no interesado no se ve perjudicado porque los domingos, el periódico traiga sendas secciones de moda canina o submarinismo y, con ello, se logra aumentar la satisfacción de ese 1 % de lectores que sí están interesados por esos temas u otros igualmente minoritarios. Como dice Arnold Kling, la discriminación lo explica todo.

El problema es que sigue sin haber comidas gratis y aumentar el volumen de los productos y servicios ofrecidos en un paquete causa externalidades. En mi caso (será o no verdad, pero es lo que uno experimenta), las sucesivas actualizaciones de Windows 10 – de hecho, el cambio de Windows 8 a Windows 10 – ralentizan el funcionamiento de mis dos ordenadores y, en uno de ellos, provocan sistemáticamente que se “cuelgue” y tenga que volver a encenderlo (es que tiene “sólo” un procesador i5 y tiene pantalla táctil (¡gracias Fuji por cobrarme 2000 euros por un ordenador de mesa que se cuelga a diario!) Ahora hay que esperar unos cinco minutos para poder empezar a utilizar el ordenador a pesar de que se trata de un Vaio que tiene un i7 como procesador. Microsoft impide desinstalar cualquier programa de su Windows 10. Por ejemplo, el Cortana o el Edge.

Lo peor del caso es que el servicio de atención al cliente de Microsoft no tiene una buena respuesta. Podría tratar de convencerme que las actualizaciones no tienen nada que ver y que no afectan a la velocidad y suavidad del funcionamiento de mi ordenador. O podrían explicarme que ellos monitorizan el uso de cada uno de sus programas por parte de los usuarios y “personalizan” el paquete de Windows 10 para ofrecer a cada usuario una mejor experiencia. No. Nada de eso. Se ponen el “sombrero” de monopolista centenario y te sugieren que te compres otro ordenador más potente y cuyo fabricante se haya adaptado ya a la última versión de Windows 10.

Esto empieza a ser “accionable” que dicen los gringos. Si uno adquiere un software mediante un contrato de licencia, debería tener derecho – como en el arrendamiento – a disfrutar del uso “legal y pacífico” de los programas licenciados. Y uso legal y pacífico incluye la ausencia de perturbaciones por parte del licenciante, en este caso, Microsoft. Y se perturba el uso cuando se imponen actualizaciones que ralentizan o empeoran de cualquier otra forma la experiencia del usuario. Es como si Microsoft odiara a sus clientes.

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